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RENACIMIENTO


El renacimiento surgió en el siglo XV., con el despertar del interés hacia la cultura clásica y por una fuerte confianza en el individualismo. En él, se seguía rindiendo culto a los logros de la antigüedad, pero al mismo tiempo se producía una reactivación intelectual y cultural. Se revalora al ser humano y a la naturaleza a través de las artes, la ciencia y filosofía, dando origen al humanismo.
La manifestación artística más multiforme de la época era la pintura mural al temple (aplicar pigmentos en polvo mezclados con yema de huevo sobre una superficie preparada) y de tabla. Se vuelven a pintar toda clase de series de imágenes religiosas con los nuevos medios de representación iniciados por Giotto; a la vez, se desarrollan otros temas como lo mitológico y lo histórico con abundantes desnudos con temas religiosos. En la pintura renacentista, el paisaje pierde importancia, se sigue una meticulosa representación pictórica de los detalles naturales, se usa la perspectiva lineal, el sentido del movimiento, las grandes proporciones, la racionalidad, el orden y la pureza. Sin embargo, la pintura tenía una personalidad diferenciada en cada autor. Durante el renacimiento, la pintura al óleo vino a ocupar el lugar del fresco y del temple. En 1430 la historia del color en la pintura se vio afortunada gracias a que León Battista Alberti, arquitecto y humanista italiano, advirtió sobre los nuevos principios cromáticos rechazando las antiguas definiciones griegas al utilizar todos los tonos, además consideró al gris como clave en toda composición y sugirió contrastar los colores de acuerdo a la regla de los opuestos complementarios. Es así como la revolución del color encontró sus antecedentes en la luminosidad que caracterizó al Renacimiento, cuando pintores italianos expusieron a la luz como una presencia obligada en cada cuadro. Rafael perfeccionó los anteriores descubrimientos renacentistas en materia de color y de composición, creando tipos ideales en sus representaciones de la Virgen y del Niño y en sus estudios de retratos de sus contemporáneos. Se usaron los pigmentos oleosos sobre yeso seco (a ello se debe el deterioro de los murales que han llegado hasta nuestros días, como es el caso de La última cena), los óleos transparentes, cálidos, el pigmento Tierra verde (hecho de arcilla y hierro, se usaba para lograr tonos apagados o sombreados de la piel); la Malaquita (mineral de carbonato de cobre); Ultramarino (codiciado para pinturas religiosas, fue hecho a partir de la piedra preciosa lapislázuli); la Azurita (o “Azul egipcio”); pigmentos terrosos mezclados con agua y cal, para crear una superficie compacta; el óxido de hierro junto a otros minerales; la tiza roja natural extraída de la tierra. Los pigmentos coloreados se mezclaban con aceite y se diluían, para darles la consistencia conveniente, con una mezcla de aceite de linaza y aguarrás. Aquí se muestra una de las obras más sobresalientes del renacimiento: La creación de Adán, fresco hecho por Miguel Ángel (Año 1510) en la Capilla Sixtina, en Roma; en ella se aprecian los distintos pigmentos utilizados en la época.

2 comentarios:

Unknown dijo...

Que interesante. Cuanta dificultad y eran genios. Que obras las que legaron. Y hoy en día que sólo se va a la tienda por la pintura y que adefesios de pinturas las que dan a luz los diz que artistas contemporáneos. Por algo quedaron en la historia.

Unknown dijo...

Que interesante. Cuanta dificultad y eran genios. Que obras las que legaron. Y hoy en día que sólo se va a la tienda por la pintura y que adefesios de pinturas las que dan a luz los diz que artistas contemporáneos. Por algo quedaron en la historia.