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PALEOCRISTIANO ROMANO


El arte paleocristiano romano, dio inicio en el año 200 d.C.; desarrollándose durante los cinco primeros siglos de nuestra era, desde la aparición del cristianismo, durante la dominación romana, hasta la invasión de los pueblos bárbaros, aunque en Oriente tiene su continuación, tras la escisión del Imperio Romano, en el llamado arte bizantino.
La pintura muestra la búsqueda de un nuevo lenguaje plástico que diera satisfacción a las nuevas necesidades espirituales; en otras palabras, los artistas deseaban expresar en forma clara y sencilla la doctrina, y es así como empezaron a surgir signos y símbolos que posteriormente formarían parte esencial de la iconografía cristiana.
Las pinturas paleocristianas que han sido rescatadas hasta nuestros días datan de los siglos III y IV y son frescos de catacumbas, en los que se presentaron escenas del Nuevo Testamento, cuya característica son las estilizaciones y convencionalismos artísticos procedentes del mundo clásico.
Entre las obras más extraordinarias de este periodo paleocristiano se encuentran los mosaicos del siglo VI de las iglesias de Ravena, Italia, destacando los de San Vital.
La realidad, la naturaleza, la belleza, la armonía, el refinamiento de la antigüedad clásica fueron abandonados, con el fin de orientas el espíritu hacia dios, el artista prefirió el simbolismo, así que creo una especia de lenguaje sagrado. Detrás de cada imagen estaba oculta la presencia divina.Aquí se muestra un vidrio llamado “Vidrio y pan de oro”, que data de fines del siglo III al siglo IV. En este arte, se llama vidrio dorado a un medallón de doble vidrio que encierra en su interior motivos decorativos realizados en pan de oro. Podían tratarse del pie de una copa o de un plato (umbo). De su uso doméstico pasaría a otra función en las catacumbas, posiblemente como sello de los sepulcros.Se caracterizan por un estilo alejandrino y una tendencia cada vez mayor a la estilización, con figuras más planas y menos naturalistas. Los pigmentos en este arte casi no fueron utilizados, sin embargo, en las pinturas que sí hicieron uso de ellos, se encontraban primeramente monocromos, en blanco y negro, y después como la gama de pigmentos que la naturaleza ofrece en sus minerales y piedras, creando composiciones policromas de suntuosa belleza; emulando a los romanos.

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